La displasia de codo es una enfermedad articular que afecta con frecuencia a perros de razas medianas y grandes. Puede provocar dolor, cojera y limitación del movimiento en una o ambas patas delanteras. Si se detecta a tiempo y se actúa correctamente, es posible mejorar la calidad de vida del animal y frenar la progresión del problema.
La displasia de codo es una alteración en el desarrollo de la articulación del codo, que está formada por tres huesos: el húmero, el radio y el cúbito. Cuando no encajan de forma perfecta o se produce un crecimiento desigual entre ellos, se genera una fricción anormal. Esto puede derivar en diferentes lesiones internas que, en conjunto, se engloban bajo el término de displasia de codo.
Algunos de los problemas asociados son:
Fragmentación del proceso coronoides medial
Osteocondritis disecante (OCD)
No unión del proceso ancóneo (UAP)
Incongruencia articular
Estas alteraciones suelen aparecer durante la etapa de crecimiento del perro y, si no se tratan, pueden llevar al desarrollo de artrosis desde edades tempranas.
Aunque puede darse en cualquier perro, existen ciertos factores que aumentan el riesgo:
Razas grandes y gigantes, como Labrador Retriever, Pastor Alemán, Golden Retriever, Rottweiler o Bernés de la Montaña
Crecimiento rápido en los primeros meses de vida
Alimentación inadecuada durante la etapa de desarrollo
Predisposición genética (herencia familiar)
Si tu perro presenta alguno de estos signos, conviene consultarlo con el veterinario:
Cojera intermitente o persistente de una pata delantera
Dificultad para levantarse tras descansar
Evita correr, jugar o subir escaleras
Inflamación visible en el codo
Cambios en el comportamiento (apatía, irritabilidad)
En algunos casos, los síntomas aparecen de forma leve o progresiva, lo que puede retrasar el diagnóstico si no se presta atención.
El diagnóstico de la displasia de codo requiere una exploración clínica detallada por parte del veterinario, que incluirá:
Observación de la marcha
Manipulación del codo afectado
Pruebas de imagen como radiografías o TAC
Las radiografías permiten detectar cambios en los huesos y signos de artrosis, mientras que el TAC ofrece una imagen más precisa de las estructuras internas, útil para planificar un tratamiento quirúrgico si es necesario.
El tratamiento dependerá de la edad del perro, la gravedad de la lesión y el grado de artrosis presente. Las opciones incluyen:
Tratamiento conservador:
Reposo controlado
Antiinflamatorios y analgésicos
Control del peso
Suplementos articulares (condroprotectores)
Fisioterapia
Tratamiento quirúrgico:
Eliminación de fragmentos sueltos o dañados
Corrección de la incongruencia articular
Técnicas artroscópicas para limpiar la articulación
Cirugías correctivas como la Sliding Humeral Osteotomy (SHO), que consiste en modificar el eje del húmero para redistribuir las cargas articulares.
La SHO puede ofrecer buenos resultados en perros con displasia de codo avanzada y alteraciones biomecánicas. En BETA Implants colaboramos con clínicas veterinarias especializadas proporcionando implantes específicos para este tipo de técnica, que ayuda a mejorar la recuperación y reducir el dolor.
Con un diagnóstico temprano y un tratamiento adecuado, muchos perros con displasia de codo pueden llevar una vida activa y con buen nivel de confort. Sin embargo, es importante tener en cuenta que es una patología crónica, y que el seguimiento veterinario y los cuidados en casa serán fundamentales a lo largo del tiempo.
Si eres tutor y crees que tu perro puede tener algún signo compatible con esta patología, acude a tu veterinario de confianza cuanto antes.
Si eres veterinario, en BETA Implants podemos ayudarte a valorar el caso y ofrecerte soluciones quirúrgicas específicas para el tratamiento de la displasia de codo.